viernes, 5 de noviembre de 2010

No se si puedo aguantar cinco minutos sin respirar


Mientras hago la cola mis emociones responden al zig zag de la fila que avanza lentamente.


Pienso en el momento en que me confesaste tu verdad, "el amor es como una calesita, está buenísima, es un bajón, infinitamente". Para ganar otra vuelta nos matamos por sacarle la sortija de la mano a un desconocido, dejando el disfrute del giro en un papel secundario.


Desde arriba, ¿Me ves como un muñeco de una maqueta al cual le arrancarías la cabeza o me invitarías a dar una vuelta juntas? Cuando te abra el cofre lo más seguro es que te mezcles con el polvo de casa.


La señora de adelante avanza y me pregunto por qué tanto esfuerzo empeñaron en convertirme en sorda. No voy a dejar que un sólo dedo tape mis oídos. No me gusta la felicidad barata que resulta de la mentira.


Quiero que cuando mi ser se desprenda haya conocido todas las emociones posibles, creo que por eso me niego a utilizar la fórmula que separa la razón del sentimiento. Me confieso que casi envidio tu facilidad para aplicarla.


Otra vuelta y alguien se me acerca a alejarme del zig zag y de mi cabeza.


Cuando estoy ya caminando por la calle, la puerta de un camión me obstruye el camino y pienso en que a vos te gustaría ser uno, mientras yo elegiría ser un cactus para no reclamar demasiada atención. No puedo evitar recordar que una vez uno se te secó.


Si me esperaras en un buzón ya te hubiera rastreado y ahora, en vez de escribir la catarsis del nudo en mi garganta, te estaría leyendo. Me acuerdo de nuevo que tus sentimientos respetan el límite de velocidad, así que todavía te espero adentro de un sobre que se resigna a ser abierto.




"Tengo un problema que me espera a dormir, es el mismo problema que me hace vivir(...)"


Perez

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