Ya no me importa si las ideas quieren comerse a las neuronas que todavía intentan hacer sinapsis.
No quiero jugar a la escondida de sentimientos; debe ser por mi seguridad de ir directo a perder.
Me acuerdo del momento en que te grité que no podíamos vivir de un pasado que no habíamos compartido y puedo sentir todavía tu intento de arrancar tu sangre de la mía pero, lamento señor, demasiado tarde para arrepentirse.
Ahora te veo atar tu cerebro con esposas al viento y empiezo a darle cuerda a mi ansiedad pero prometo no hacer ningún esfuerzo por agarrarte de los pies.
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